Trabajando en “El barco de la muerte”

Escrito por Kamila FontEl Barco de la Muerte - marineros calavericos

 

Debido a que este mundo está basado en necesidades inventadas, la mayoría de nosotros nos vemos obligados a trabajar o mejor dicho a ofertarnos como trabajadores, uno puede escribir un libro lleno de experiencias laborales, sin embargo hoy me limitaré solo a hablar de mis dos últimas experiencias, experiencias que curiosamente me hicieron involucrarme y vivir en el barco de la muerte.

Vamos a empezar narrando cuando trabajaba como docente en una escuela de nivel media superior, en ese entonces me encontraba en el “Tuscaloosa”, el salario era decente, y las condiciones laborales eran buenas, no podía quejarme, trabajaba tranquilamente.

Después de seis meses el Tuscaloosa me abandonó y me quedé vagando por un mes, hasta que afortunadamente me encontré con otro barco llamado “Yorikke”, aunque desde un principio yo sabía que algo no estaba bien, ya que no es normal que una escuela solicite maestros cada mes, mas al final decidí aceptar la oferta laboral pues las deudas no se hacen esperar.

Esta escuela era nivel secundaria para jóvenes de 12 a 15 años y nivel media superior de 15 a 18 años. En mi caso se me consignaron 7 grupos, 4 grupos de primer grado de secundaria, uno de segundo, uno de tercero y finalmente un grupo de segundo semestre de EMS.

Las condiciones en esta escuela eran horribles, ¿Qué tiempo libre puede tener un Maestro que tiene 7 grupos a su cargo, con 5 asignaturas diferentes a impartir? Además de que el salario era pésimo, ya que en México a los docentes se les paga por hora, (el estándar de pago por hora va de $70 a $110 pesos) en el caso de esta escuela era por día, esto lo hacen para que el docente no se dé cuenta de la burla de paga que recibe por su trabajo, el pago por día era de 300 pesos el cual si se divide por hora corresponde a $37.5.

Pero el salario en este caso viene siendo lo de menos, el “Yorikke” como todo un barco de la muerte parecía que no tenía fin, al momento de hablar de malas condiciones laborales, ya que pronto me di cuenta que no había respeto, ni valor por el esfuerzo y trabajo del docente.

Es este caso el “Yorikke” es una escuela privada en la cual lo único que vale e importa es el dinero, los directivos nos hacían inca pie de que sí el alumno había pagado su colegiatura, no importaba nada más, si éste alumno contaba con al menos un trabajo y por supuesto su comprobante de pago mensual, el alumno no podía reprobar. Pero si éste no había pagado, se tenía todo el derecho de reprobar, pues al no contar con su comprobante de pago automáticamente se pierde 30% de su calificación.

Entonces al final, un alumno que no trabajó en toda la unidad, que fue irrespetuoso y presentó mala conducta, el docente tenía que poner al menos el mínimo aprobatorio (en este caso 6), sólo porque contaba con su boleta de pago, sin embargo no conforme con esto, a veces los padres de familias iban muy molestos a ver el porqué su hijo tenía una baja calificación, y en dirección lo que hacían era solo modificar la calificación del alumno de un 6 a un 7 y/o hasta 8, sin preguntar al docente del porqué de la baja calificación del alumno.

El barco de los muertos

A mi parecer este sistema solo crea a alumnos mediocres, en la que les enseñan que el dinero lo puede todo y al final el Maestro que es un profesional termina siendo un niñero de adolecentes (con esto no menos precio la labor de niñeras, pero uno elige lo que quiere ser y estudia con muchos esfuerzos, para desarrollarse de manera profesional). Esto para mí fue un insulto a mi profesión y de dedicación cómo docente, ya que para evaluar a 250 alumnos te toma noches sin dormir, para que al final tu decisión no sea la última.

¡Y qué decir de los bonos de puntualidad y asistencia! Para ganarte los tenías que llegar todos los días diez minutos antes de la hora de entrada, no faltar ningún día, comulgar todos los miércoles. “Sí, leíste bien” Comulgar cada miércoles, debido a que la escuela es católica, ellos tienen misa cada semana. Y por último no pedir ningún permiso, ni de una hora. Por supuesto jamás obtuve ese bono.

Otra negativa era que para no pagar vacaciones, tu contrato se terminaba el último día de clases y dos semanas después (en el caso de semana santa y vacaciones de diciembre) te volvían a re-contratar. Con esto ellos salvaban dos semanas de sueldo.

Puedo pasar la tarde escribiendo todas las injusticias que vi y viví en este barco de la muerte, pero creo que estos ejemplos son suficientes para mostrar la clase de patrones y sistemas en la que muchos docentes están sometidos.

Por último quiero hacer inca pie que tomé como referencia el libro de “El barco de la muerte” de B.Traven para mostrar de mejor manera mi frustración y experiencia vivida, para los que ya leyeron éste libro habrán sentido más de cerca mi frustración, y para los que no lo han leído los invito a hacerlo.

Tomé este libro de referencia, porque justó cuando me encontraba trabajando en el “Yorikke”, comencé a leer éste libro y me identifiqué tanto con cada página narrada, que se convirtió en un deber compartir está experiencia bajo el titulo “El barco de la muerte”.

Algo que llamó mucho mi atención fue ver como al igual que en el libro, el ambiente laboral entre los docentes era tan bueno en el barco de la muerte y todo lo contrario en el “Tucaloosa”. ¿Cuál será el factor de esta diferencia? Bueno, mi hipótesis es que los empleados sólo se unen cuando pasan por situaciones laborales malas, y se olvidan del compañerismo, la unión y la empatía, una vez que se encuentran en una situación laboral favorable. No dejemos que esto nos pasé pues como el “Yorikke” hay una infinidad de barcos de la muerte navegando por el inmenso mar, y por ende hay una sinfín de marineros trabajando y viviendo en situaciones precarias. Por lo que los invito a solarizarnos ante cualquier barco de la muerte que veamos, ya que nadie está exento de formar parte de esta tripulación.

Yes, sir!

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