Los orígenes del modelo sindical argentino: IV. El sindicalismo cristiano y la Tercera Internacional

Lenin en el segundo congreso de la Internacional Comunista (1920)
Lenin en el segundo congreso de la Internacional Comunista (1920)

En esta cuarta sección del libro “Los orígenes del modelo sindical argentino” vemos las bases del futuro régimen corporativo, el nacimiento de la Internacional Comunista, y los cambios que estas corrientes divergentes causan en el movimiento sindical.

Las secciones anteriores se encuentran acá.

Por: Leonardo Elgorriaga

Libro publicado por: La Sociedad de Resistencia de Oficios Varios Capital, Federación Obrera Regional Argentina (F.O.R.A. – A.I.T.)

El sindicalismo cristiano y las bases para un régimen corporativo:

El Papa León XIII.
El papa León XIII.

En el año 1891 el papa León XIII dicta la encíclica “Ferum Novarum” dando inicio a lo que más tarde se conocerá como la doctrina social de la iglesia. En la misma se condenan los principios de la lucha de clases del socialismo, sustituyéndola por un programa de consenso social y armonía de clases: “Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo. Es esto tan ajeno a la razón y a la verdad, que, por el contrario, es lo más cierto que como en el cuerpo se ensamblan entre sí miembros diversos, de donde surge aquella proporcionada disposición que justamente podríase Ilamar armonía, así ha dispuesto la naturaleza que, en la sociedad humana, dichas clases gemelas concuerden armónicamente y se ajusten para lograr el equilibrio. Ambas se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital. El acuerdo engendra la belleza y el orden de las cosas; por el contrario, de la persistencia de la lucha tiene que derivarse necesariamente la confusión juntamente con un bárbaro salvajismo”. Asimismo, la encíclica alentaba la constitución de gremios obreros o mixtos: “Es preciso que los gremios se adapten a las condiciones actuales de edad más culta, con costumbres nuevas y con más exigencias de vida cotidiana. Es grato encontrarse con que constantemente se están constituyendo asociaciones de este género, de obreros solamente o mixtas de las dos clases; es de desear que crezcan en número y eficiencia. Y, aunque hemos hablado más de una vez de ellas, Nos sentimos agrado en manifestar aquí que son muy convenientes y que las asiste pleno derecho, así como hablar sobre su reglamentación y cometido”.

La llamada doctrina social de la iglesia generó dos corrientes claramente diferenciadas, una constituida por los Demócratas Cristianos respetuosos de los principios republicanos y del sistema de partidos, y otra integrada por los Reformadores Católicos partidarios de un régimen corporativo y antipartidario. Ambas corrientes eran estrictamente reformistas e instaladoras del concepto de justicia social.

Federico Grote, iniciador del pensamiento católico obrero en Argentina.
Federico Grote, iniciador del pensamiento católico obrero en Argentina.

En la Argentina desde 1892 existían los círculos católicos obreros vinculados con la labor del sacerdote alemán Federico Grote, que en sus programas incluía combatir el anarquismo y el socialismo. En 1902 es fundada la Liga Democrática Cristiana (LDC), la cual se inspiraba en las tendencias progresistas del sindicalismo católico europeo, pero adquiera también elementos propios de las tendencias corporativistas. La misma proponía una reconstrucción social independiente del Estado, llevada adelante por los cuerpos intermedios existentes entre los individuos y el Estado, debiendo ser por ello las corporaciones libres y autónomas1. De esta manera, los rasgos corporativos de los demócratas cristianos argentinos no llegaban a plantear la idea de un Estado Corporativo integrado por los grupos profesionales de ambas clases sociales. Por el contrario, la LDC siempre defendió los sindicatos de obreros y patrones por separados, independientes del Estado, los cuales se integrarían a través de comisiones mixtas paritarias.

La labor de los sindicatos cristianos fue rápidamente calificada de amarilla por las sociedades gremiales adheridas a la FORA. En el IIº Congreso de la FORA se declaró: “Las sociedades católicas de obreros deben ser combatidas por las sociedades gremiales y por todos los obreros conscientes en general por ser de resultados perniciosos para la clase trabajadora”.

A partir de la década del 20´ comienza a acentuarse aún más el modelo corporativo dentro del catolicismo argentino, apareciendo ya la idea de Estado Corporativo integrado por corporaciones de cada rama industrial. Según este modelo, el carácter difuso de la representación política partidaria sería reemplazado con una representación de tipo profesional (socio-económica) llevada a cabo por las diferentes corporaciones. En 1929 el padre Joaquín Aspiazu, vinculado a la fundación de la Acción Católica Argentina, publicaba en la revista Criterio un artículo que señalaba las funciones del Estado corporativo cristiano, las cuales se reducían “…a promover y a ayudar la formación de corporaciones; a estimular el nacimiento de nuevas entidades laborales que dentro de su seno tuvieran el poder de establecer normas jurídicas obligatorias; a evitar la invasión de dominios ajenos o que fallaran contra los imperativos de justicia que presiden la vida legal de la Nación”2.

En el plano internacional la Federación Internacional de Sindicatos Cristianos (FISC) constituida en 1920, adoptó en materia puramente económica el establecimiento de un régimen corporativo mixto para cada rama de la producción, en donde “…las asociaciones sindicales de obreros y de patrones constituirían organismos corporativos paritarios…”, los cuales “…estarían encargados de la reglamentación de las condiciones de trabajo en la totalidad de las empresas de cada profesión, debiendo la ley reconocerles a este fin poderes suficientes de reglamentación, de ejecución y de jurisdicción dentro de su respectiva rama de producción”3.

Es importante remarcar la influencia recíproca que tuvieron en su momento entre sí el sindicalismo cristiano y el fascismo italiano, cuyos modelos influenciarían en la transformación que tuvo luego el movimiento sindical argentino.

La IIIª Internacional y la unidad sindical:

Profintern(1922_logo)
Logo de la Internacional Sindical Roja (1922)

La Revolución Rusa y la fundación de la IIIª Internacional (Internacional Comunista -IC) (Comintern) trajo cambios significativos para el movimiento sindical. El planteo marxista-leninista implicaba una reformulación de la estrategia de la toma del poder político por parte del proletariado, y de la doctrina de la dictadura del proletariado como instancia previa al comunismo. Para ello postulaba una fuerte centralización en la conducción revolucionaria a través del Partido Comunista. En la tesis sobre “El movimiento sindical, los comités de fábrica y de empresas”, presentada en el IIº Congreso de la IC realizado en julio de 1920, se planteaba que “…los comunistas deben dirigir, en realidad, los sindicatos y los comités obreros al partido comunista y crear así organismos proletariados de masas que servirán de base para un poderoso partido proletario centralizado, que abarque a todas las organizaciones proletarias y las conduzca por la vía que lleva a la victoria de la clase obrera y a la dictadura del proletariado, al comunismo”. De esta manera, la IC plantea una nueva relación entre partido y sindicato con una nueva subordinación de este último al primero, tal como lo señala la misma tesis “…los comunistas deben tender a realizar, en la medida de lo posible, una unión perfecta entre los sindicatos y el partido comunista, subordinándolos a este último, vanguardia de la revolución”. Es decir que los sindicatos serían los grandes organismos de masas que, a diferencia de lo que planteaban los sindicalistas y anarcosindicalistas, no pueden por sí solos llevar adelante la revolución. En cambio el partido conformaría la vanguardia revolucionaria llamada justamente a dirigir la misma. Por lo tanto, según este planteo, los comunistas deben ingresar a los sindicatos y lograr la definitiva subordinación de estos últimos a la dirección del partido.

Este planteo contenía asimismo un llamado a la unidad de las organizaciones sindicales, la cual debía lograrse a toda costa para de esta forma facilitar la dirección de los mismos por parte del partido. En la tesis sobre “La acción comunista en el movimiento sindical” presentada en el IVº Congreso de la IC realizado en noviembre de 1922, se señala que “Los comunistas deben impedir a cualquier precio la escisión sindical… En los países donde existen paralelamente dos centrales sindicales nacionales (España, Francia, Checoslovaquia, etc.), los comunistas deben luchar sistemáticamente por la fusión de las organizaciones paralelas”. En dicha tesis se plantea también que los comunistas deben luchar por su ingreso en los sindicatos cuando hayan sido expulsados por la burocracia sindical, evitando así el aislamiento. Para centralizar la labor sindical realizada en todo el mundo, la IC alentó la creación en 1920 de la Internacional Sindical Roja (Profintern) dependiente de la misma. Esta internacional sindical intentó formar comités internacionales de propaganda por industria, con el objetivo de crear justamente federaciones internacionales únicas por industria.

Congreso fundacional del PCA (1918)
Congreso fundacional del Partido Comunista Argentino (1918)

Se puede apreciar que la cuestión de la unidad sindical fue tomada por la IC como una condición necesaria para la centralización de la conducción revolucionaria por parte del partido, llegando incluso a confundir en muchos casos unidad con concentración. Fomentaba de esta manera la unidad de las asociaciones sindicales a través de una fuerte concentración de las labores de dirección, la cual debía lograrse con la creación de federaciones únicas por industria. Una vez lograda esta estructura piramidal, los comunistas debían mantener a todo costa la lucha “por adentro” contra la burocracia reformista, evitando su aislamiento de las masas obreras. Este planteo será luego mantenido a grandes rasgos por la IVª Internacional, especialmente en lo que hace a la relación partido-sindicato y al planteo de la unidad. Los lineamientos trazados por ambas internacionales demarcarán la labor de la izquierda en los sindicatos.

En la Argentina se funda en 1918 el Partido Socialista Internacional, que luego pasaría a ser Partido Comunista de la Argentina (PCA), dirigido por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi. Pese a la lucha “por adentro” alentada por la IC, los comunistas argentinos crearon en 1929 una nueva central: el Comité de Unidad Sindical Clasista, afirmando que no podían seguir trabajando dentro de los sindicatos reformistas4. Si bien existió una intensa labor gremial por parte de los comunistas, los mismos no llegarían a dominar el escenario sindical durante el período aquí considerado.

Notas:

1) Martín María Pía; “Sindicalismo católico y estado corporativo”, Cuadernos del CIESAL, Año 1, Nº 1, 2do. semestre 1993, p. 40
2) Martín María Pía; op. cit. p. 43
3) Unsain Alejandro; “Legislación de Trabajo”, Valerio Abeledo, 1927, tomo II, p. 302
4) Zimmermann Eduardo A.; “Sindicatos y política en la argentina (1900-1943)”, Revista Libertas 2, mayo 1985, p. 18

FORA rojo y negro