Invisible Man, traducido por Rachel Stafford
No hay nada que hacer este sábado en Lacombe. Queremos ver una película. Es el otoño de 1999 y el cine más cercano queda a media hora, en Red Deer, en la provincia canadiense de Alberta.
Como siempre, vamos en un coche prestado. Terry conduce. Él es blanco. Llegamos al estacionamiento y leemos la cartelera iluminada en el lado norte del edificio. Como siempre pasa, no hay nada que valga la pena.
–«Vamos al cine barato. Así por lo menos no tiramos el dinero en una película de mierda».
–«¿Quieren caminar?»
–«Sí, caminemos».
El otro cine no queda lejos. Pasamos charlando y bromeando por el estacionamiento para cortar camino. Una pareja de personas mayores pasa a nuestro lado. Son blancos. Nos miran fijamente. Puede que nunca hayan visto a tantos negros juntos. Alguien de nosotros dice bromeando que seguramente habrán llamado a la Policía.