Los refugiados son el reflejo de nuestra civilización

Por: El doctor Argyris N. Argyriadis, médico psiquiatra y activista del IWW-Grecia

refugiados_greciaLa ONU estima que más de un millón de personas serán reubicadas durante el próximo año si continúa la guerra en Siria. En Grecia, en los últimos dos meses han llegado más de 28.000 hombres, mujeres y niños a las islas del mar Egeo próximas a Turquía. Todas estas per­sonas quieren seguir viaje hacia Europa continental (Alemania, Holanda, etc.) a invitación de familiares suyos o por creer que podrán instalarse y vivir en un próspero lugar. La tragedia de los refugiados es un proceso en curso. Desde el inicio de su viaje han sido explotados por las redes de transporte clandestino de personas, que les vendieron una promesa falsa o incluso “mortal”. Para escapar de la crueldad y llegar a Grecia los refugiados están dispuestos a caminar miles de kilómetros y pagar mucho dinero por un lugar en un despojo de lancha. Pero si llegan a Grecia su calvario tampoco habrá terminado. Una vez allí, tienen que lidiar con la burocracia, la brutalidad policial, las detenciones y el comportamiento racista en el que incurren incluso los nacionalistas de izquierda, aunque la solidaridad es fuerte, tanto en las islas, su punto de llegada, como a lo largo de la ruta hacia las fronteras de Grecia. Salir de Grecia no es una tarea fácil y si lo consiguen se encontrarán con un largo recorrido a través de los Balcanes y de Europa Oriental, en países que aplican una política hostil a los refugiados.

Iww_greciaLa llegada masiva de estas personas a las costas griegas crea un embotellamiento, con muchos refugiados apilados en las islas, en Atenas y finalmente en las fronteras con Mace­donia. Se han creado grandes campamentos, pero el invierno se acerca y los recursos médicos, alimentarios o de alojamiento no estarán a la altura de las necesidades. Algunos dicen que Europa está siendo invadida por los refugiados. No estoy de acuerdo. Por el contrario, es un éxodo para escapar de la muerte y la crueldad que imperan en sus lugares de origen. Por eso no temen sacrificar sus vidas y las de sus hijos en embarcaciones y balsas atestadas, sin chaleco salvavidas incluso cuando no saben nadar; se trata de escapar del régimen de muerte instaurado en Siria. Si Europa y el mundo occidental quieren ayudar a estas personas deben tratar de detener el corazón del problema, que es la guerra en Siria. Un conflicto geopolítico de intereses entre el mundo “civilizado” occidental y oriental. La solidaridad es necesaria, pero si no hay presión para detener la guerra seguiremos teniendo que manejar las consecuencias y no la causa real de esta tragedia humana.

Todas estas personas son las verdaderas víctimas de la lucha por el poder entre naciones y religiones. Estos daños colaterales han convertido al Mediterráneo en un cementerio abierto de miles de hombres, mujeres, bebés y niños. Limitarse a presionar a los gobiernos a través de los canales institucionales habituales no es suficiente. Los ciudadanos europeos y los movimientos sociales deben orientar sus primeros esfuerzos a abrir las fronteras, a proporcionar un lugar seguro a los refugiados y a exigir el fin de la guerra en Siria.

Los refugiados son el reflejo de nuestra civilización. Recuérdalo la próxima vez que te mires en el espejo. Es muy importante recordar también el poema de John Donne (*):

“No man is an island, / Entire of itself, / Every man is a piece of the continent, / A part of the main. / If a clod be washed away by the sea, / Europe is the less. / As well as if a promontory were. / As well as if a manor of thy friend’s / Or of thine own were: / Any man’s death diminishes me, / Because I am involved in mankind, / And therefore never send to know for whom the bell tolls; / It tolls for thee.”

* Puede verse una traducción de este poema aquí

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Este texto apareció originalmente en la revista “Trasversales”

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