Carlos Molina
(Afiliado nº X381616)
Pocos momentos en la historia de la lucha de clases tuvieron tanta importancia para la clase obrera como los años 30 del siglo XX. En EE. UU. la fortaleza del movimiento sindical y el temor a un colapso del sistema forzó al presidente Roosevelt a establecer una serie de medidas de intervención estatal en la economía que echara hielo sobre el fuego. Este instante del movimiento obrero fue un ejemplo de que solo la lucha del proletariado como clase social pueden poner freno al liberalismo que defiende los intereses de la clase capitalista. Desde hace 30 años, una agresiva ola liberal ha acabado con las conquistas sociales alcanzadas en la primera mitad del siglo pasado y pretende desmontar los vestigios de una sociedad que caminaba hacia un modelo de solidaridad y justicia social.
Gobierno y capital están unidos contra la clase obrera
La burguesía capitalista ha absorbido al Estado y lo ha convertido en su obediente perro guardián. Las clases populares han renunciado a confiar en el mecanismo de acción política porque la ficción del bipartidismo no representa sus intereses. Así, los trabajadores no tenemos otra alternativa que luchar con nuestros propios medios con la acción directa. El poder político solo espera del trabajador que legitime con su voto una política que ya está decida de antemano y en la que los ganadores y perdedores son siempre los mismos, gane el partido que gane.