Por una guerra social en todos los frentes

Pañuelos Rojos

Las reformas neoliberales en México, aplicadas en muchas partes del mundo bajo los auspicios del FMI, la OMC y el BM, son reestructuraciones del contrato mediador entre las élites y la clase trabajadora en forma de nuevas leyes, reformas a la Constitución, nuevas formas reguladas de explotación, etc.

Se intenta dar una nueva vuelta de tuerca que legitime la dominación con un pacto reformado para garantizar un modo de gobernar y gestionar la crisis en un entorno globalizado y multipolar. La finalidad es asegurar las ganancias y la acumulación de riqueza sin importar desposeer y contribuir a la precarización de millones de personas, ni llevarnos a un inminente colapso ambiental.

Esto debe ocupar a los libertarios de todas las tendencias, debe hacernos pensar sobre lo que sucede, incluso poner en entredicho si nuestros métodos organizativos y formas de lucha son suficientes para provocar una transformación, o si por el contrario estos no se han convertido en instrumentos de la política de los poderosos.

De antemano debemos establecer que, siendo nuestra finalidad anárquica y antiautoritaria, contra el Estado y en favor de la autonomía, hemos de plantear la organización e intervención en términos de independencia y respeto de la autonomía de cada grupo.

Comprendiendo que el régimen social capitalista no es el mismo de hace cien años, que en esta etapa posindustrial y globalizada este se organiza como una red y está cada vez más descentralizado, debemos transformar las formas de organizarnos y aceptar que luchamos en desigualdad de condiciones y que incluso vamos perdiendo.

Protesta de trabajadores latinoamericanos en Londres

Si el capital multinacional es hegemónico y deja la función policial y militar a los Gobiernos nacionales y la manipulación mental a los medios de comunicación masivos e internacionalizados, si el Estado-capital solo se reestructura reproduciéndose en el espacio, entonces las redes de dominación impregnan toda la vida social.

En consecuencia, emerge una cantidad de nuevos conflictos y por ende nuevas formas de afrontarlos. Es por eso que debemos abrir todos los frentes necesarios que exige esta guerra social. La transformación de las relaciones como resultado de procesos sociales flexibles, difusos y fugaces exige realizar cambios en la forma de organización e intervención. Esto nos orilla a buscar la fluidez e informalidad que den pie a situaciones solidarias y autogestionarias como modo de atacar y transmutar la cotidianidad.

Las distintas tendencias revolucionarias tienen mucho que aportar a una práctica consecuente que dé pie a organizar la solidaridad de la clase trabajadora y al mismo tiempo desencadenar el antagonismo que provoque la liquidación de este sistema ya decrépito. La aclaración y experimentación teórica y práctica es responsabilidad de cada uno de los nodos revolucionarios, así como la difusión y profundización de la lucha y la determinación de las rupturas posibles.

No podemos hacer más, otro tanto les corresponde a las multitudes que se embarquen en su momento en la lucha reivindicativa. Es difícil en estos momentos de incertidumbre enlazar los grandes problemas con los efectos locales que producen el poder y la dominación. Por lo tanto, las posibilidades revolucionarias de quienes comparten principios elaborados radican en realizar ensayos autonómicos aquí y ahora, pero además en buscar una ruptura y profundizarla.

Miembros de la CNT de España
Miembros de la CNT de España

No puede ser de otra manera, no se trata de caer en romanticismos de quiénes son los pacíficos y quiénes los violentos, quiénes los sociales y quiénes los antisociales. Se trata de encarar de manera estratégica una verdadera guerra social. Esto no es un juego académico donde los egos se ven dañados por emitir pobres argumentos; esto se funda en los millares de vidas engullidas en los engranajes del sistema.

Por eso mismo requiere de toda nuestra inteligencia, nuestro instinto y nuestra sensibilidad, utilizando todas las herramientas a nuestra disposición legadas por siglos de lucha revolucionaria. Se trata de realizar una apuesta por recorrer el camino de la lucha permanente, de no perder el espíritu combativo o el instinto refractario sin el cual todo revolucionario terminaría en el reformismo y la legalidad.

Será tal vez un juego donde poder tejer una red específica de afinidades revolucionarias donde los nodos actúen como vectores dentro de las luchas reivindicativas, pero a su vez donde estos nodos acepten la retroalimentación del movimiento social autónomo tratando de empujar siempre hacia la conflictividad.

Esta apuesta requiere de principios mínimos que vinculen y coordinen la operación de estos nodos, pero sin que las partes pierdan su propia autonomía, principalmente en lo que se refiere a la capacidad para establecer su propia táctica de lucha, ya sea legal o ilegal.

Lo ideal para esto sería el secreto, como ética y estética. Pero ya que algunos están poco preparados para la prudencia, esto será una opción de cada cual y de aquellos a quienes elijan entre sus afinidades. Como sea, en la guerra siempre hay movimientos audaces y torpes, siempre hay guerreros y bocones, pero esto no debe ser nunca motivo para que nuestro movimiento camine hacia la centralización. Al contrario, reivindicamos la autonomía táctica para todos y cada uno de los grupos y la horizontalidad total para agilizar nuestras comunicaciones, dejando de lado cualquier tentativa de perder el tiempo en comisiones o comités especiales.

Si esto es una guerra habrá que luchar o huir. Ninguna de las dos opciones es menos honorable que la otra. Si has decidido quedarte, hazte la idea de que será una guerra hasta el final y en las guerras los bandos son irreconciliables.

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