Hoy les presentamos una ilustración de Monica Kostas, miembro del IWW en el sur de Florida, que cuenta también una anécdota sobre la picardía con que la juventud chilena llama a la policía, esos monstruos que dicen mantener el orden en nombre de la patria.
Monica Kostas
Ya me estaba yendo. Después de una semana tranquila en Santiago iba a tomar el avión que me llevaría al otro lado de la cordillera.
Hacía un calor terrible. Era como la una de la tarde y estaba en la estación Los Héroes, subida al autobús que iba al aeropuerto. En la fila de delante había un solo asiento y ahí estaba yo, viéndolo todo por la ventana gigante del autobús que parecía una pantalla de alta definición, mostrando la realidad de ese miércoles. Pasaban los minutos y no salíamos de la estación. Había un pequeño problema: un par de cientos de personas, jóvenes y estudiantes, estaban protestando.
El chofer miraba el espectáculo como si fuera un anuncio de publicidad que ha interrumpido su programa de televisión favorito. «Otra vez», dijo. Ansioso pero tranquilo, buscaba un lugar por donde salir con el autobús. Pero no podíamos movernos ya que teníamos a los ratis (la policía) alborotada frente a nosotros y diciéndonos que nos quedáramos donde estábamos.
La situación no parecía grave. Solamente era gente en la calle, deambulando, juntándose, gente joven riéndose, encontrándose con sus amigos… hasta que la calma terminó con la llegada de los tanques de los carabineros (policía).
Fuertes chorros de agua salían de estas enormes cajas de metal a las que la gente llama “guanacos” porque escupen a los manifestantes.
Al dispersar varios grupos de personas, algunos quedaron atrapados en las garras de las “tortugas ninja” (carabineros ataviados con todo tipo de accesorios antidisturbios) que, como los chorros de agua, llegaban a montones y con paso firme.
Después de unos minutos, los policías que dirigían el tráfico nos ordenaron de salir de ahí. El chofer, con todo gusto, levantó la mano como diciendo «Graciaaa», y nos fuimos de inmediato. Yo no quitaba los ojos de la calle mientras se hacía indeleble la imagen de unos carabineros golpeando a un pibe (muchaho) para llevar al calabozo.
Si hay algo gracioso en todo esto son los nombre que la gente les da a estos demonios: las tortugas ninja, el guanaco, el zorrillo (otro camión que dispara gases lacrimógenos y otros cócteles o menjunjes venenosos, lo que les parezca ese día). El nivel de la maquinaria y los equipos antidisturbios es excesivo, absurdo e innecesario. Por eso solo se les puede calificar con burla. Así, la juventud chilena le encuentra la vuelta a esta policía militarizada del Estado y logra con simpatía hacer de esta tragedia una burla de los “pacos culiaos” (forma despectiva de llamar a la policía en Chile).
Publicado en el blog de IWW Miami
https://iwwmiami.wordpress.com/2015/01/13/el-guanaco-y-los-heroes/
Quisieron enterrarnos pero no sabian que eramos semillas. They wanted to bury us, but they did not know that we were seeds.