El fascismo a brasileira

Reseña del libro

Fascismo A Brasiliera: Como o integralismo, maior movimento de extrema-direita da histórica do país, se formou e o que ele ilumina sobre o Bolsonarismo

Pedro Doria

Publicado en portugués por Editora Planeta do Brasil.

agosto 2020

269 páginas

La última ronda de la elección brasileña terminará el 30 de octubre con la elección del presidente de Brasil. La campaña electoral y sus antecedentes han sido tierra fértil para crear incertidumbre. Han habido comentarios sobre la posibilidad de que Bolsonaro no va a ceder el poder si pierde la elección. Se han hecho comparaciones con la insurrección del 6 de enero de 2021 en los EEUU en apoyo al perdedor de las elecciones presidenciales, Donald Trump.

De fondo, lo preocupante es el poder electoral del populismo de derecha conocido como Bolsonarismo. Los partidos de la derecha ganaron muchos asientos en la primera ronda. Aún si gana Lula, su Partido de Trabajadores no tiene un poder legislativo para avanzar su agenda. El Partido Liberal que lanzó a Jairo Bolsonaro como su candidato presidencial, ganó 22 asientos más en el congreso y ocho más en el senado. Los resultados señalan que el populismo – llamado hasta fascismo por sus críticos – ya se conectó con las raíces derechistas de fascismo y conservadurismo en Brasil. El Bolsonarismo va a seguir adelante, aun si no gana Bolsonaro.

Pedro Doria es un periodista brasileño con interés en contar la historia de Brasil. Entre los libros que ha publicado, se incluyen “1789: A história de Tiradentes, contrabandistas, assassinos e poetas que sonharam a Independência do Brasil” y “Tenentes: A guerra civil brasileira”.

Su libro detalla el nacimiento de Ação Integralista Brasileira (AIB), desde la primera entrevista del periodista brasileño Plinio Salgado con Benito Mussolini en Roma, el 14 de junio 1930 hasta la caída del movimiento en su fracasado golpe de estado el 11 de mayo de 1938. 

En aquellos tiempos, Brasil era un país que más que todo exportaba sus productos agrícolas a Europa y a los Estados Unidos. No tenía una base industrial bien desarrollada. La mayoría de su población vivía en el campo. Desde esa época se dieron múltiples rebeliones de regiones y de estados y de ciudades. La democracia liberal de Brasil estaba en peligro. 

Salgado vio al fascismo como un modelo de gobierno que acabaría con las tensiones en Brasil entre conservadores y liberales, obreros y burgueses y empresarios, y de estados contra el gobierno federal. El objetivo era suprimir todas las diferencias en el proyecto de lograr un estado unitario. No hubieran partidos políticos ni elecciones. Los estados y los ciudadanos y los sindicatos sirvieren a los intereses del estado. Aún la democracia constitucional que tenía Brasil con poderes legislativos fue percibida como una amenaza a la estabilidad de Brasil. 

Para desarrollar su visión, Salgado fundó Ação Integralista Brasileira en octubre de 1932. En cuatro años, desarrolló un movimiento de más de un millón de adherentes y muchos más que apoyaron y se beneficiaron de los servicios comunitarios. Se registró como un partido político pero se desarrolló más como un movimiento social. AIB tenía una estructura nacional con departamentos nacionales de Organización Política, Doctrina, Propaganda, Cultura Artística, Milicia, y Finanzas. En aquel tiempo no había  programas sociales ni acceso garantizado a la educación. Entonces AIB fundó hospitales, clínicas, escuelas, talleres de costureras, y otros grupos de apoyo para ayudar y difundir en acción su ideología. “Es posible vivir una vida entera dentro del Integralismo,” según Doria.

A pesar de haberse inspirado en Mussolini, Salgado quería un movimiento Brasileño independiente para unir a todos en una cultura auténticamente brasileña. Hasta se adoptó la palabra del pueblo indigena Tupi  –Anauê– que significa “tu eres mi hermano” como un lema. El slogan de AIB era “unión de todas las razas y pueblos”. Al contrario del antisemitismo de los nazis, Salgado vio el estado como un instrumento para unir las razas, creando una humanidad sin distinciones al servicio de Brasil. Sin embargo, otro ideólogo importante de AIB, era el académico Gustavo Barroso,  segundo en rango al Jefe Nacional Salgado, intentó insertar el antisemítismo en el programa nacional. Miguel Reale, un estudiante de derecho, fue el tercer ideólogo de AIB. Entonces en el triunvirato de líderes todos eran intelectuales y miembros de la élite. El trabajo de los tres líderes producía materiales para el departamento de propaganda de AIB, que se extendió a la  producción de revistas, periódicos, hasta programas de radio, y “ceremonias de todo tipo, guiadas siempre por un espíritu de evidente jerarquía, y también de camaradería.”

Se produjo resistencia al AIB. Comunistas y sindicalistas y anarquistas con simpatizantes en las fuerzas armadas organizaron una emboscada armada a una manifestación de más de 10,000 afiliados de AIB el 7 octubre de 1934 en São Paulo. Se registraron 10 muertos y heridos de los dos grupos, así como de civiles durante la confrontación. Sin embargo, los movimientos comunistas y anarquistas no tenían el mismo nivel de poder ni de recursos que tenía AIB. Además, eran reprimidos constantemente por la policía. Mientras que AIB organizaba sin restricciones el gobierno del presidente Getúlio Vargas. “Entre los dos polos radicales, se garantizó una libertad de acción dentro del marco legal que nunca tuvo la extrema izquierda,” dijo Doria.

La razón fue evidente. El gobierno del Presidente Vargas fue instalado por la Revolución de 1930 (que terminó la República Vieja que se formó en la revolución antimonárquica contra Portugal en 1889). Se instaló una asamblea constituyente elegida con una nueva constitución en 1934. Sin embargo, Vargas estaba perdiendo apoyo entre la clase obrera, y buscó apoyo con AIB. Cuando Salgado declaró su candidatura presidencial en 1937, Doria hábilmente cuenta los esfuerzos de Vargas para seducir a Salgado a unirse con su gobierno en el cargo de Ministro de Educación con la promesa que AIB estaría integrado en un Estado Nuevo. Salgado lo ayudó a escribir una nueva constitución. Pero Vargas lo traicionó. En el 10 noviembre de 1937 Vargas declaró la nueva constitución del Estado Nuevo, que terminó con lo poco de democracia que había en su régimen. Los partidos políticos fueron anulados y considerados ilegales. La Asamblea permaneció cerrada. Salgado dejó el movimiento y pasó el control de la organización clandestina a un doctor. 

Vargas tenía todo el poder y lo mantuvo hasta 1945. En ese año empezó la represión contra AIB que, finalmente, estalló en un fracasado “golpe de pijamas” por los militares integralistas. Intentaron capturar a Vargas durante la noche pero no lo lograron.  

Para Doria, su investigación histórica le permitió comprender que Brasil tiene algo que prefieren negar: “Es en nuestro ADN político. En la sociedad brasileña, en esa sopa de nuestra cultura, que reúne nuestra creencias, las historias que nos contamos uno al otro, en muchos de nuestros valores, aquello en conjunto pensamos y creemos que es Brasil, hay un espacio para un movimiento fascista de gran tamaño.” 

En efecto, Bolsonarismo y Integralismo son como primos nacidos en épocas distintas. El Brasil de los años treinta estaba en la periferia del mundo. El Brasil de hoy es una de las democracias más grandes del mundo y un poderoso actor económico. El Brasil de Salgado buscaba su destino como un pueblo y un estado. El Brasil de hoy tiene miedo que los retrasos económicos le roben el  progreso económico y social. El terreno de debate político es cómo solucionarlo. 

Bolsonaro no tiene la complejidad intelectual de Salgado. Sin embargo usa la misma tesis – que el pasado era mejor que la democracia que hay ahora. Sus lemas electorales “Por el bien de  Brasil” y “Libertad, verdad, y fe para el bien de Brasil” tienen ecos de los conceptos de Integralismo. Entonces, vamos a ver en la segunda ronda de la elección cuál visión escoge el pueblo brasileño. 

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