En la actualidad, en la mayoría de los países, sobre todo en los desarrollados, existe una crisis de legitimación del sindicalismo, que en el caso de la región española tiene como origen la Transición a la democracia desde la dictadura y la necesidad de desmovilización del movimiento obrero. Esta desmovilización, que se consiguió a través de un modelo sindical basado en la audiencia electoral y en políticas sindicales de concertación, ha ido creciendo paulatinamente gracias a la acción de los sindicatos del sistema cada más burocratizados y por la acción de los medios de comunicación destinados a menospreciar, criticar y desvalorizar cualquier tipo de acción, ya no sólo de los sindicatos y trabajadores, sino también de los movimientos sociales que luchan en la defensa de los derechos labores y civiles y los bienes comunes (sanidad, educación…) desprestigiándolos.
Frente a este entorno, un tanto desolador y desalentador desde un punto de vista de la acción sindical, Solidaridad Obrera plantea un modelo sindical combativo y alternativo alejado de la burocracia del sistema y de los sindicatos que lo retroalimentan. La base principal de este modelo se encuentra en una estrategia sindical caracterizada por participación en los comités de empresa (siempre entendiendo que el comité de empresa es un órgano que debe ser superado con el fin de la instauración de un consejo obrero) y no recibir subvención de ningún tipo por parte de ninguna administración (manteniendo nuestra autonomía de cualquier institución). Esta estrategia sindical hace que nos situemos entre las dos grandes centrales
anarcosindicalistas del país. Por una parte, la CGT que participa en elecciones sindicales y recibe
subvenciones y, por otra, la CNT que no participan en estos comités de empresa y tampoco recibe ningún tipo de subvención. Es necesario puntualizar, que este modelo sindical no es único de Solidaridad Obrera y que es practicado por otras organizaciones anarcosindicalistas hermanas como el Sindicato Asambleario de la Sanidad (SAS).
Por otra parte, los principios básicos de “la Soli”, como no podía ser de otra manera son autogestión, la solidaridad, el asamblearismo y el apoyo mutuo. Estos principios, de sobra conocidos por el sindicalismo revolucionario, así como lo comentado en el apartado anterior, nos permite configurarnos como un contrapoder sindical frente a un sindicalismo de servicios o sindicalismo de Estado al servicio de las instituciones. Este contrapoder sindical se debe configurar en un sindicalismo combativo y alternativo que vuelva a legitimarnos como una fuerza verdaderamente representante de la clase trabajadora y una fuerza que luche por sus derechos y que, en último termine, luche por una transformación social.
Todo esto, desde un punto de vista teórico es muy interesante, pero es necesario llevarlo a la práctica literalmente. En este sentido, desde Solidaridad Obrera consideramos que el sindicalismo de base y combativo tiene que llevar a cabo una serie de praxis (algunas al menos) para configurarse como alternativo y poder transformador.
La capacitación y la formación es una de ellas. Mujeres Libres, al principio del siglo XX, estaba convencida que para doblegar la triple explotación (por ser mujer, obrera y analfabeta) que la que estaba sometida la mujer era necesario un proceso de capacitación y formación, que, a su vez, permitiera ir contra esas formas de explotación. Un siglo después, esta idea sigue siendo esencial para toda la clase obrera para lograr concienciación generalizada de la misma. Esta capacitación o formación no sólo debe centrar en temas ideológicos, sino que, debe buscar la formación de expertos para la acción sindical en temas complejos como la prevención laboral, en estos días más necesaria que nunca.
Además, el proceso de capacitación no se puede quedar en el ámbito laboral y en las empresas. Debe romper las barreras de los centros de trabajo e intentar llegar a los barrios realizando un sindicalismo comunitario. En estos días, las muestras de solidaridad por parte de las diferentes secciones de la Soli colaborando en las despensas solidarias de alimentos es un ejemplo de este sindicalismo comunitario que ayuda a crear redes de apoyo mutuo. Es importante destacar, que un sindicato no debe copar el papel primordial que el ámbito de los barrios debe tener los movimientos vecinales, sino que debe ser un actor más y parte del denominados capital social.
El uso de la acción directa es una seña de identidad del anarcosindicalismo que no puede renunciar a ella como forma de presión en sus múltiples variantes desde la huelga al boicot, o el sabotaje, pero también las empresas autorrecuperadas (algo que va a ser esencial en los tiempos que se avecinan y como alternativos a los aires de nacionalización que soplan) o la creación de centros sociales. Además, hay que destacar la capacidad de autoorganización que suponen el uso de este tipo de acciones que trascienden la acción delegada y deposita todas las competencias en las personas directamente afectadas lejos de cualquier atisbo de autoritarismo. Es importante destacar como el derecho de la huelga está siendo cuestionado y
supeditado a otros derechos el derecho al trabajo y al interés general, limitando su verdadero cariz de acción directa y su carácter reivindicativo y de lucha. Pero realmente la huelga sí se preocupa por el interés general cuando está es convocado por reformas laboral o por medidas austeridades como hemos visto a lo largo de los últimos años y veremos próximamente.
No podemos olvidar la importancia de la unidad de acción con otras organizaciones combativas. Unidad de acción que es elemental no sólo en el ámbito laboral, sino también social como consecuencia de todo lo anteriormente dicho y de cómo entendemos dentro de Solidaridad Obrera el altermundismo. Hay que puntualizar que la unidad de acción debe ser unitaria, igualitaria y con postuladas basados en el asamblearismo y el respeto mutuo entre las organizaciones que permitan buscar objetivos claros e innovar en las formas de presión, lucha y negociación.
Esta unidad de acción no debe ser sólo en el ámbito más cercano, sino que debe trascender las barreras de las fronteras políticas y debe alcanzar el plano internacional. Ante las amenazas provenientes de acuerdos comerciales como el TTIP o el CETA, el sindicalismo combativo debe responder coordinadamente, porque si el ataque es global la respuesta debe ser global norte-sur.
Por último, es necesario indicar, como es conocido, que la liberalización de los servicios, la uberización de las economías, la precarización de los puestos de trabajo y su automatización, el saqueo de los recursos naturales y los bienes comunes, la explotación de los trabajadores, el exterminio de los pueblos originarios, la limitación de los derechos laborales y el resto de los problemas con los que nos encontramos la clase trabajadora tienen un origen: el sistema capitalista. Declararnos anticapitalistas para todo aquellos quienes militamos en Solidaridad Obrera no es sólo una declaración de buenas intenciones, es una necesidad en estos momentos para que todos los seres pueden vivir una vida que merezca ser vivida más allá de las diferencias de género, raza o clase y es anteponer esas vidas al capital.