por Jean-Carl Elliott
Publicado primero en el Industrial Worker, el 6 de marzo de 2024. El arte por FW Fitz.
Recientemente, hubo una huelga en el restaurante donde trabajo. Estaba libre ese día y recibí un mensaje de texto de mi compañero de trabajo: “¡Mierda! ¡Estaba limpiando en la parte trasera cuando todos salieron caminando una hora antes de la hora de cierre!
“Carajo, ¿qué pasó?” Yo pregunté.
“No lo sé”, respondió ella. “Todo parecía normal, pero de repente todos ficharon la salida y se fueron”.
Tomé mi teléfono y comencé a contactar a todos los que estaban de turno esa noche. Trabajamos en un restaurante pequeño, por lo que no tomó mucho tiempo para que se regara la noticia. Las cosas en el trabajo habían estado muy tensas en general, pero esa noche en particular todos se enojaron por la forma en que los trató el jefe y decidieron que ya era demasiado. No fue una huelga como tal, no renunciaron, pero sí abandonaron el trabajo en la noche sin previo aviso, ni permiso. Fue más bien un “que te jodan colectivo”, como lo expresó un compañero de trabajo.
Pequeñas acciones como esta pueden parecer espontáneas e injustificadas para un observador casual, pero he estado trabajando en este lugar de forma intermitente durante diez años y puedo decirles que nada está más lejos de la realidad. De hecho, la actividad colectiva es una parte bastante habitual de la vida laboral diaria si estamos pendientes. Una pequeña huelga como esta es un ejemplo más obvio de lo normal, pero la acción autónoma de la clase trabajadora se manifiesta en prácticamente todos los lugares de trabajo.
¿Qué es un sindicato?
En pocas palabras, los sindicatos son grupos de trabajadores que se unen para promover sus intereses en el trabajo. Abordan las quejas de los trabajadores, practican ciertas formas de democracia y buscan moldear el lugar de trabajo para convertirlo en algo mejor para sus miembros.
Esto puede tener lugar en todo tipo de agrupaciones, pero el gobierno federal tiene un modelo bastante limitado que impone mediante elecciones sindicales certificadas, unidades de negociación certificadas y negociaciones contractuales colectivas. El Estado proporciona ciertas protecciones legales a los trabajadores en este modelo particular de sindicalismo como carnada y proporciona ciertas protecciones a los empleadores (y prohibiciones contra los trabajadores) como el anzuelo. En el apogeo de este modelo, el porcentaje de empresas con sindicatosalcanzó un máximo de alrededor del 30 por ciento; hoy esa cifra está por debajo del 10 por ciento. Muchos sindicalistas liberales citan estas cifras como evidencia de que el conservadurismo laboral de la AFL-CIO (Federación Estadounidense del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales) ha capturado mejor los corazones y las mentes de los trabajadores que el modelo de sindicalismo solidario de los TIM. Pero creo que eso es una tontería y explicaré por qué a continuación.
¿Cómo se organizan autónomamente los trabajadores?
Comparemos esto con otro modelo de organización: el grupo de trabajo informal. A los empleadores no les gusta este modelo de organización y, por lo tanto, se deduce que al gobierno federal tampoco le gusta. Esto se debe a que es un modelo de organización verdaderamente autónomo que se forma independientemente del control tanto de los empleadores como del gobierno. Y debido a esto, el gobierno no tiene forma de rastrear sus porcentajes. Pero estaría dispuesto a apostar mi último dólar a que existen en el 100 por ciento de los lugares de trabajo (o, al menos, muy cerca a ese número).
Los grupos de trabajo informales tienen muchas características en común con los sindicatos. Sus miembros se reúnen en el trabajo y fuera de este para discutir cuestiones laborales. Es posible que encuentres a un grupo de trabajadores fumando juntos en el estacionamiento, ubicando cubiertos, haciendo preparativos en la misma estación y saliendo a bares después del trabajo. Y en muchos casos, hablan sobre el trabajo, sus problemas con este, con compañeros de trabajo, con los gerentes y los propietarios y, a veces, conspiran para cambiar las cosas que no les gustan. Lo que puede parecer un pequeño grupo de compañeros de trabajo compartiendo algunas cervezas después de cerrar a menudo puede cumplir también la función de una reunión informal para desahogarse.
El mito de la espontaneidad
Esta huelga en mi trabajo fue todo menos espontánea. Los trabajadores que se marcharon esa noche han estado trabajando allí durante varios años. Se transportan juntos, se preparan mutuamente comida en el trabajo, charlan cuando no hay tantos clientes y se envían mensajes de texto sobre el trabajo cuando no están en él. Este grupo de trabajo informal comparte muchos de los atributos mencionados anteriormente. Un miembro de este grupo era empleado de la empresa desde hace unos años, cuando teníamos un comité activo de los TIM. Habló en una marcha contra el jefe en la que recuperamos los salarios de horas extra robados. Otra trabajadora de este grupo decidió que no quería trapear al final de la noche, por lo que fue y habló con otros trabajadores y les dijo: “Yo no trapearé esta noche y ustedes tampoco lo harán”. En otras palabras, había organizado varias negativas de trabajo discretas.
Los grupos de trabajo informales toman todo tipo de pequeños pasos para reinventar y reorganizar el lugar de trabajo. El lugar de trabajo ya está organizado por el jefe para crear la máxima eficiencia, productividad y ganancias, dividiéndonos en turnos, departamentos y estaciones en las que se supone que solo debemos comunicarnos y coordinarnos con otros trabajadores con el fin de completar las tareas relevantes para nuestro trabajo. Entonces, cuando los trabajadores comenzamos a comunicarnos fuera de estas limitaciones formales, ya sea en el trabajo o por fuera, estamos socavando la organización del patrón y creando una propia. A medida que nos sentimos más cómodos comunicándonos en nuestros propios términos, comenzamos a romper más moldes al establecer el ritmo de trabajo en nuestros propios términos e incluso decidir cuáles reglas seguiremos y cuáles no.
Estas acciones no tan espontáneas también ocurren a un mayor nivel. Hace unos años, hubo una huelga en tres restaurantes de los alrededores. Estos restaurantes formaban parte de una pequeña dictadura en el que uno de los socios tenía la fama de acosar sexualmente a las mujeres que trabajaban como bartenders para la empresa. Los trabajadores organizaron una respuesta colectiva, exigiendo su despido. Los restaurantes no tuvieron más remedio que cerrar hasta que se resolviera el problema, lo que incluía ceder ante esta demanda. De nuevo, esto puede haber parecido una acción espontánea, pero los restaurantes locales son bastante unidos y los trabajadores que participaron en las acciones tenían vínculos mucho más fuertes que solo como compañeros de trabajo. Quizás esta acción no fue parte de una estrategia a largo plazo, pero se pudo llevar a cabo con éxito gracias a la práctica que existía con los vínculos formados previamente por los trabajadores, donde discuten problemas en el trabajo y comparten ideas sobre cómo cambiar sus condiciones.
¿Es lo mismo un grupo de trabajo informal que el sindicalismo solidario?
No. Como miembros de los TIM queremos construir un movimiento laboral que tenga el poder de derrocar al capitalismo y abolir el sistema salarial. Los grupos de trabajo informales nos muestran que trabajadores de diferentes tipos están dispuestos a organizarse para remodelar el lugar de trabajo a su favor sin la intervención de tecnócratas gubernamentales, pero están limitados por la falta de una visión y estrategia a largo plazo. Es nuestro deber como sindicalistas solidarios construir un modelo más estructurado en el trabajo y en todas nuestras industrias que pueda aprender de las lecciones del pasado y desarrollar nuestra capacidad para asumir exigencias y objetivos más importantes.
¿En qué se diferencia el sindicalismo solidario?
Similar a un grupo de trabajo informal, el Sindicalismo Solidario opera independientemente del Estado, pero tiene tanto una estructura como una visión: la estructura está compuesta por comités y sucursales y la visión es construir hacia el derrocamiento del capitalismo. Un comité está formado por miembros de los TIM que portan tarjetas rojas de membresía, pagan la mensualidad y demuestran su compromiso con el sindicato asumiendo y cumpliendo tareas de organización. Los comités practican la toma de decisiones democrática, recaudan mensualidades y autogestionan sus recursos colectivos, y planifican acciones colectivas para generar poder en el trabajo y obtener concesiones del jefe. En lugar de recibir el reconocimiento del empleador, reciben el reconocimiento de los TIM al certificarse como un sucursal laboral. A medida que se forman surcursales laborales dentro de una industria particular, eventualmente pueden formar un sucursalsindical a nivel industrial, y administrar recursos y coordinar acciones de forma más amplia.
Cuando la gente en general dice “sindicalizarse”, a menudo se refiere a un proceso mediante el cual la actividad autónoma de los trabajadores es suplantada por los tribunales, la burocracia sindical y la intervención gubernamental. Como sindicalistas creemos que la actividad autónoma de los trabajadores debe ser el motor que impulsa un movimiento revolucionario. Por lo tanto, no buscamos reemplazar la autonomía y las partes impulsadas por los trabajadores de los grupos de trabajo informales, sino simplemente darles más forma, estructura y visión a largo plazo. Al dar las riendas a los terceros antes mencionados, los trabajadores pierden la práctica de la lucha de clases, la gestión colectiva de recursos y la planificación estratégica y, por tanto, retroceden en su desarrollo revolucionario. A través del sindicalismo solidario, estamos desarrollando estas habilidades y experiencias entre los trabajadores de base, quienes luego llevarán ese conocimiento y experiencia a futuros lugares de trabajo e industrias.
Los sindicatos solidarios también empiezan a construir la economía que vendría después del capitalismo, o “construyen el nuevo mundo en el caparazón del viejo”. No estamos esperando hasta la revolución para construir una economía cooperativa. Estamos avanzando hacia ello en el proceso de organizarnos. Actualmente, la economía está organizada por la clase empleadora, pero a medida que construimos nuestras propias redes en el trabajo y en todas nuestras industrias, estamos socavando la organización del empleador y construyendo una que sirva a nuestros intereses. A medida que tomamos decisiones colectivas en nuestros comités y en nuestras sucursales, nos enseñamos a nosotros mismos cómo practicar la democracia directa. A medida que recaudamos mensualidades y presupuestamos nuestros recursos, estamos aprendiendo cómo practicar la economía autogestionada. Y a medida que planificamos cada acción a pequeña escala en el trabajo y en nuestras industrias, estamos desarrollando la práctica para ejecutar acciones más grandes, con grupos más grandes de trabajadores con el objetivo de ejecutar huelgas generales que derrocarán el sistema capitalista.